Para impulsar el certamen de la Editorial Municipal, su director, Julián Stoppello, entrevistó al periodista y escritor entrerriano Eliezer Budasoff, hoy editor de la edición América de El País de España. EL DIARIO recopiló sus consejos, reflexiones y lecturas recomendadas.
Luciana Dalmagro / [email protected]
“Me arrepiento de no haber escrito sobre el río”, sorprende Eliezer Budasoff, periodista y escritor entrerriano radicado en México, ante una audiencia virtual que quizás esperaba consejos eruditos o recomendaciones sobre lugares inexplorados. En cambio, quien se ha convertido en una figura prestigiosa de la prensa latinoamericana alienta a escribir sobre eso que siempre se ve, pero con la advertencia de que debe hacerse con la perspectiva de un forastero o, incluso, de un marciano.
Dan ganas de leerlo, ¿qué escribiría Budasoff sobre el río? Y dan ganas de escucharlo en la charla que se produce el sábado al mediodía a través de la red social Instagram. Julián Stoppello, periodista y escritor paranaense que desde hace unos meses conduce la Editorial Municipal, hace las preguntas. Responde Budasoff, hoy editor de la edición América de El País de España.
Stoppello toma mate. Budasoff toma mate y fuma. En Paraná se sabe que son amigos de toda la vida, pero tienen el buen tino de minimizar los guiños y se concentran en la razón del encuentro: alentar a los participantes a sumarse a la invitación del gobierno local, EL DIARIO, una facultad y un sindicato para escribir crónicas sobre la ciudad.
“Lo más difícil es contar cómo es la calle en la que uno vive”, inspira Budasoff. Y llama a hacerlo “forzando la vista”. Reparando en esos detalles que usualmente se pasan por alto y poniendo empeño en mirar el conjunto, pero como si fuera con los ojos de otro.
Julián Stoppello, director de la Editorial Municipal, entrevistó al periodista y escritor entrerriano, Eliezer Budasoff.
UNA HISTORIA ENTRE MANOS
Budasoff define a la crónica sin mucha ceremonia: es periodismo en formato narrativo. Hay personajes, un escenario e impresiones sensoriales que hay que trasladar a los lectores. “Básicamente, se trata de contar una historia. ¿Qué historia? Si podés hablar de algo y cautivar la atención de desconocidos durante 15 minutos en una mesa de un bar, posiblemente tenés una entre manos”, sintetiza.
Advierte que “no se trata de buscar el personaje más freak posible y escribir sobre él como si fuera un poema”, sino que hay que buscar lo extraordinario en lo ordinario y poner en palabras lo que otros ya pensaron. “Hallar un contenido particular, pero que sea vehículo para contar algo universal”, exige.
Entre el público hay otros periodistas y escritores. También fotógrafos, estudiantes, artistas. Varios quieren saber cómo describir sin aburrir o qué trucos existen para colocar un título infalible. Y alguien pide con candor consejos para romper las reglas que fijan los manuales de estilo.
DEFENSA DE LAS REGLAS
El editor gana terreno sobre el cronista y Budasoff confiesa que ahora le gustan las reglas. No revela trucos, sino que comparte recursos técnicos. Cuenta que cada vez escribe menos y habla como si estuviera ejerciendo su rol en la mesa de trabajo de la redacción central de El País, en Ciudad de México, adonde llegó en noviembre luego de dirigir la versión en español del New York Times.
Avisa que su contestación puede resultar decepcionante, pero admite que con el paso de los años se volvió más conservador. “En algún momento está bien querer romper ciertas normas, pero hay que ser un maestro en el arte de lo que uno hace y se tarda mucho en llegar a eso”, avisa. Al final, las reglas existen por algo.
Hacer el máximo esfuerzo para ser justos con los personajes, no caricaturizarlos y buscar perspectivas diferentes son algunas de esas reglas que considera que no hay que romper. También insta a compartir con los lectores la fascinación del autor por lo que está viendo o por sus descubrimientos, pero siempre dando contexto y respuesta al qué, dónde, quién, cuándo y cómo del asunto.
PRIVILEGIAR LA ACCIÓN
“Joseph Pulitzer le decía a sus reporteros: ustedes traiganmé los verbos, que yo pongo los adjetivos. Cada descripción, por más bella que sea, debe cumplir una función en el texto. Permitir que se entienda lo que está sucediendo y uno está contando. Caso contrario, no tienen sentido”, esboza Budasoff al referirse a las descripciones que integran una crónica. Desafía, entonces, a privilegiar la acción.
En la redacción donde trabaja, por ese lado van muchas discusiones. “Los detalles le dan vida a una crónica, pero tiene que haber razones para que estén ahí. Cuando un autor defiende detalles y quiere dejarlos, la discusión final se da sobre la utilidad dentro del texto. No hay quien tenga razón, sino que hay que ver qué es lo mejor para el texto”, enseña.
Sobre los títulos, tiene una máxima: “Si el título de una nota sirve para un montón de notas, estamos ante un título que no sirve”. Evitar la grandilocuencia, la cosa poética, las abstracciones, son sus recomendaciones para definir ese elemento que dará ingreso a una nota. “Los títulos más efectivos y conmovedores son los más descriptivos y llanos. Las fórmulas más sencillas son las que mejor funcionan”, simplifica.
Cuenta que le costó titular bien. Que lo logró con tiempo y oficio. Ahora piensa en el título de sus crónicas desde el momento en que empieza a investigar una historia. Esa técnica lo ayuda en todo el proceso. “En las crónicas largas hay muchos momentos en los que uno se pierde y ese título inicial, aunque luego pueda cambiar, es como un ancla que ayuda a volver cada vez que sea necesario”, confía.
NO SOLO ESCRIBIR BONITO
Budasoff cuestiona a quienes, por prejuicios o por ignorancia, no comprenden que una crónica insume un ejercicio de investigación muy intenso. Sostiene que hay que estar lo suficientemente cerca de los acontecimientos y tener la cantidad de información necesaria para transmitir, por ejemplo, que alguien tiene miedo, sin decirlo de manera literal.
“Me ha traído peleas con colegas del continente la idea de que la crónica es básicamente escribir bonito y poner descripciones donde no tienen ninguna función”, continúa. Asegura que lo primero que hay que tener en claro para escribir una buena crónica es saber que las dos cosas que le dan vida son la información y los detalles.
Transcurren los sesenta minutos pautados. Budasoff se despide y agradece. Antes, cita de memoria al cronista colombiano Alberto Salcedo Ramos quien, a su vez, cita a Ernest Hemingway: “Los datos que aparecen publicados en las buenas historias son una fracción mínima de la investigación del autor. La parte del iceberg que sobresale en el mar es tan solo un octavo de lo que mide en total. Lo que permite escribir con solvencia mil palabras es investigar como si se fueran a escribir veinticuatro mil. Y no basta con saber que bajo el agua están escondidas las siete octavas partes del iceberg: hay que conocerlas”.
Lecturas recomendadas
-La guerra moderna, de Martín Caparrós: “Un libro seminal de crónicas de viaje que me resultó fabuloso”.
-Los que sueñan el sueño dorado, de Joan Didion: “Es un libro muy bueno, en un formato que se usa mucho en Estados Unidos, que es mezcla de crónica y ensayo”.
-Hablemos de langostas, de David Foster Wallace: “Me gusta mucho este autor estadounidense y este es uno de mis libros de crónicas favorito”.
-La eterna parranda, de Alberto Salcedo Ramos: “Es una recopilación de este gran cronista, uno de los mejores del continente en este momento”.
-Reportero, de David Remnick: “Compila trabajos que el director del New Yorker escribió para ese y otros medios. Es buenísimo”.
Escribir sobre Paraná
“Si tuviera que escribir sobre Paraná, trataría de pensar en un texto que dé respuestas a alguien que me pregunta cómo es la ciudad y qué es lo que más y lo que menos me gusta, anclado en un personaje o en una escena en particular”, orienta Budasoff.
Desde el 1 de julio al 1 de septiembre estará abierta la convocatoria de Paraná en Crónicas, impulsado por la Editorial Municipal, en articulación con EL DIARIO, la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER y el Sindicato Entrerriano de Trabajadores de Prensa y Comunicación (Setpyc).
Se invita a participar con crónicas y perfiles que narren la ciudad desde una mirada creativa, novedosa y con rigor periodístico. Se seleccionarán 12 trabajos y los autores recibirán un premio de 4 mil pesos.
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