Take a fresh look at your lifestyle.

Día del animal: El recuerdo de “Gato” y “Mancha”

El 24  de abril de 1925, hace  99 años ya, partieron  el jinete suizo Aimé Félix Tschiffely y los caballos criollos, «Gato» (un gateado) y «Mancha» (un overo), desde la Sociedad Rural de Buenos Aires con destino la Ciudad de Nueva York en los EEUU. Durante algo más de 3 años recorrerán 21.000 kilómetros,  para así el 20 de setiembre de 1928 arribar a su destino. Estos caballos eran propiedad de Emilio Solanet, quien  se los había comprado al cacique tehuelche Liempichún en Chubut,  eran parte de un total de  84 yeguarizos, al momento de iniciar el viaje contaban con 15 y 16 años respectivamente. Nobles herederos de la estirpe  de los que montados  por nuestros valientes soldados nos dieran la independencia, estos caballos realizaron una gran proeza, estableciendo  record de  distancia recorrida y también de altura al alcanzar 5 900 metros sobre nivel del mar en el paso “El Cóndor”, entre Potosí y Challapata en Bolivia. El viaje se desarrolló en 504 etapas con un promedio de 46,2 km por día. En la editorial de los diarios del día siguiente a su arribo a Nueva York  quedó patentado el logro:

«Después de más de tres años y cinco meses, Aimé montado en “Mancha”, logró la hazaña; al llegar a la Quinta Avenida de Nueva York llevaba en los cascos de su caballo criollo el polvo de veinte naciones atravesadas de punta a punta, en un trayecto más largo y rudo que el de ningún conquistador, y sobre su pecho, en moño blanco y celeste, bien ganados como una condecoración, los colores argentinos».

Mancha y Gato llegaron de regreso a Buenos Aires el 20 de diciembre de 1928.   Varios años después, Aimé regresó a la estancia “El Cardal”. Se bajó en la entrada de la estancia, lanzó un silbido y al momento se le acercan al trote Gato y Mancha. Iban al encuentro de su preciado compañero. Aquellos caballos criollos no lo habían olvidado. Ambos quedaron al cuidado de Juan Dindart, empleado de  la estancia, hasta que murieron en 1944 y 1947, a los 36 y 40 años. Se encuentran embalsamados, en exposición en el Museo de Transportes del Complejo Museográfico Provincial «Enrique Udaondo» de Luján. Aimé Tschiffely, en tanto, siguió viajando por la Patagonia, España e Inglaterra, pero siempre que se fue al exterior volvió a la Argentina. Falleció en 1954,  el 22 de febrero de 1998,  sus cenizas fueron trasladadas   del cementerio de Recoleta al campo que su amigo Solanet tenía en Ayacucho (Buenos Aires), donde quedaron definitivamente sepultadas.

Un ejemplo de la relación entre el “paisano”, (aunque en este caso fuera suizo) y el animal, pero no siempre se ha dado así, y del mismo modo que resaltamos lo bueno no nos olvidamos de lo que no lo es  y lo damos a conocer en defensa de nuestros caballos.

 

Sangría de Yeguas,  el maltrato que da dólares

Desde hace ya hace varios años distintas ONG de Argentina y Uruguay vienen denunciando este  maltrato  por medio del cual las yeguas son criadas por su sangre hasta el agotamiento y luego las dejan morir o son enviadas a frigorífico, este tipo particular de comercio tiene como objetivo recuperar una hormona, la gonadotropina coriónica equina (ECG, también llamado PMSG), en yeguas en gestación, algo que es valorado  por los criadores de ovejas, cabras, cerdos y de los que desean optimizar la productividad y rentabilidad de su ganado. El ECG se usa en estas granjas para activar y sincronizar el celo femenino. Combinado con otras hormonas sintéticas, permite inseminar a todas las hembras al mismo tiempo, planificar los nacimientos, reducir el intervalo entre dos gestaciones y así aumentar la rentabilidad. La gonadotropina coriónica equina (ECG), está presente en la sangre de las yeguas durante los primeros meses de gestación. Durante 11 semanas consecutivas, una o dos veces a la semana, les tomarán muestras de hasta 10 litros de sangre, lo que equivalente a 1,5 litros para un hombre de 80 kilos. Eso puede causarles un shock hipovolémico, anemia, alteración del sistema inmunitario o incluso la muerte. Los investigadores que realizaron un trabajo entre  2015 y 2017,  encontraron muchas yeguas muertas en los campos en el acto , estos investigadores eran miembros de  dos ONG,  Tierschutzbund Zürich (TSB) y Animal Welfarm Foundation (AWF), y determinaron que  al llegar a los 4 meses de embarazo se las hacia abortar manualmente  para  luego preñarlas  nuevamente y repetir el procedimiento, así por un tiempo de unos 4 años pues  ese es el de la vida útil de un animal yeguarizo sometido a este trato.  Adema comprobaron  otros malos tratos como el uso de picanas eléctricas para introducirlas en los  cubículos de extracción sanguínea. Por otra parte los animales que lograr llegar al tiempo de vida útil son enviados a matadero y  luego su carne comercializada, uno de los destinos es Francia. Por ello desde ahí partió la inquietud de investigar este tema y publicaron las conclusiones de los ONG ya citadas, uno de los medios que se hizo eco fue “Le Monde”,  lo que además generó  que la Unión Europea, que junto con Estados Unidos y Canadá, son los receptores  de la ECG,  analizara la posibilidad de  desestimar estas importaciones de la misma, sin arribar a ninguna definición,  cabe aclarar   que la práctica de la “sangría de yeguas” está prohibida en el viejo continente solamente  se  la prosigue en Islandia, que es un proveedor menor del producto. Pero  en realidad la U.E. solo se limitó a señalar que los procedimientos que se utilizan «son contrarios a las leyes de bienestar animal vigentes en Europa». En su presentación en forma de polvo, vale un millón de dólares por cada 100 gramos. De acuerdo con cifras de la Aduana. De enero a mayo de 2017, la empresa argentina Syntex exportó a Francia un kilo de ECG y su filial uruguaya, 0295 kg».  La periodista Fernanda Jara, para “Infobae”,  escribe que en ese momento el diario Deutsche Welle tomo contacto con el laboratorio  mencionado y  El director técnico de Syntex SA Argentina, Ignacio Videla Dorna, emitió un comunicado en el que reconoce la existencia de una filmación de animales supuestamente propiedad de Syntex SA Argentina, y en el mismo «recuerda que los productos de la compañía están aprobados en muchos países que han auditado nuestras instalaciones y prácticas, habiendo sido certificados por los organismo públicos y privados correspondientes’». Nunca las autoridades argentinas emitieron una comunicación al respecto y luego todo quedo en silencio.  Solo la Diputada Nacional Patricia Mounier, presentó un  proyecto durante su mandato. Ella el año 2017 fue candidata Diputada Nacional por Santa Fe y el 19 de diciembre de 2019 asumió la banca en reemplazo de Alejandra Rodenas, en su breve periodo como legisladora elaboró y presentó un proyecto que abordaba esta y otras cuestiones referidas al ganado equino. Es por ello que la preocupación sigue, pues todo parece haber quedado en silencio.

Elìas Almada

Correo electrónico: [email protected]

Fuentes: “La Nación”, “Infobae”, “Caras y Caretas”

Los comentarios están cerrados.