Una vida de desdichas le tocó en suerte a Eleonora Duse, la más célebre actriz de teatro italiana de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Las adversidades que debió afrontar fueron tantas como sus habilidades interpretativas.
Angelina Uzín Olleros / Especial para EL DIARIO
El 3 de octubre de 1858 una pareja de actores ambulantes debió hacer un alto en el camino para que la mujer pudiese dar a luz a Eleonora. El entorno de su nacimiento marcó de algún modo la trayectoria de toda una vida. A los cuatro años subió al escenario para hacer el personaje de Cosette en la versión teatral de Los miserables, de Víctor Hugo. Pero en 1873, cuando representó a Julieta en la ciudad de Verona, Eleonora Duse intuyó que ese día sería definitivo para triunfar o fracasar como actriz.
Olga Pinasco comenta en su libro Las protagonistas que Duse “con sus escasos ahorros compra un ramo de rosas de color pálido para darle una personalísima interpretación al personaje. Sube al escenario y comienza a recitar su papel de modo totalmente distinto del que acostumbraban usar sus compañeros. Parecía realmente enajenada por la pasión de la dulce Julieta, a tal punto que su voz se había transformado. Entre sus manos Eleonora apretaba el ramo de rosas y las deshojaba lentamente, de la misma forma en que el texto de Shakespeare parecía deshojarse en su voz.”
La pobreza fue el signo de su infancia. Muchas veces Eleonora quedaba sola en el carro que los trasladaba de un lugar a otro y que era su vivienda, casi siempre a oscuras, porque sus padres debían ahorrar en el aceite que necesitaba la lámpara para alumbrarse en ocasiones muy importantes.
Con tan sólo 15 años, perdió a su madre, enferma de tuberculosis. Duse no tuvo tiempo de hacer el duelo ya que debió actuar para sostenerse económicamente en medio de tantos infortunios. En Nápoles nuevamente interpretó a Julieta y los críticos le prestaron mucha atención a su actuación. Es en esa oportunidad que conoce a Jacinta Pezzana quien la incorpora a su compañía de teatro.
Pero la gran consagración le llega cuando interpretó a Thérese Raquín, de Émile Zola, un personaje desagradable que ella supo representar magistralmente. Paradojas de la vida, mientras crecía su prestigio como actriz la vida privada de Eleonora Duse era muy desdichada: perdió un embarazo y cuando cerró la compañía de Pezzana se incorporó a la de Rossi buscando siempre refugio en el teatro para su dolor. Es ahí donde conoce a quien sería su marido, un actor famoso de la época, Tebaldo Checchi, quien la protege y le brinda cierta estabilidad emocional. Ambos tuvieron una hija, Enrichetta; sin embargo, al enterarse que ella se había enamorado de otro, Checchi decidió separarse.
Trampolín
En el año 1885 Eleonora Duse pudo crear su propia compañía de teatro “Compagnia Drammatica della Cittá di Roma”, con la que emprendió una gira por Europa. En Francia, triunfó. En un artículo, Diana Fernández afirma que “se trató de crear rivalidad y comparaciones entre Eleonora Duse y la famosa actriz francesa Sarah Bernhardt; sin embargo, poseían estilos muy diferentes, ya que Eleonora buscaba comprender la mentalidad del personaje y Sarah le imprimía su sello personal a los personajes que interpretaba. Sus contemporáneos vieron en ella no sólo el modelo de la nueva actriz, sino también de la mujer moderna. No podía distinguirse si su sufrimiento era un artificio o la pura realidad, debido a la dolorosa vida espiritual que tuvo, y a sus desengaños amorosos.”
Entre 1887 y 1894 tuvo un romance con el poeta italiano Arrigo Boito, quien fuera libretista de Giuseppe Verdi. La relación se dio de una manera clandestina debido a los muchos amigos y conocidos aristocráticos de Boito. La voluminosa correspondencia a lo largo de los años se conservó, ha sido fuente de libros y publicaciones biográficas de Duse, la mayoría en italiano.
Los papeles más importantes que interpretó “la Duse”, tal como la conocían, fueron los de Margarita Gautier en La dama de las camelias; Nora en Casa de muñecas (1890), Ellida en La dama del mar (1888), y Hedda en Hedda Gabler, estas últimas del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, de quien también interpretó Rosmersholm, dirigida por Edward Gordon Craig, que le había sido recomendado por Isadora Duncan. Ibsen escribió especialmente para Eleonora algunos de esos personajes.
Tormentas
En 1895, Duse conoció a Gabriele D’Annunzio que era cinco años menor que ella. Los dos se involucraron tanto románticamente como colaborando profesionalmente, él le escribió cuatro obras. Se conocieron en los canales de Venecia cuando las góndolas en las que paseaban chocaron, accidente que anunciaba la tumultuosa relación entre ambos. En contraste con sus relaciones con Boito, su asociación con D’Annunzio fue ampliamente reconocida: cuando él cedió la iniciativa para el estreno de la obra La Città morta a Sarah Bernhardt en lugar de a Duse, hubo una pelea furiosa y Duse puso fin a su relación con él.
En 1916 interpretó su única película del cine mudo, Cendres (Cenizas), dirigida y protagonizada por Febo Mari, se trató de una adaptación de la novela de 1904 de la escritora sarda ganadora del Premio Nobel: Grazia Deledda. En el filme, ambientado en la isla de Cerdeña, Eleonora personifica a Rosalía, una madre soltera que renuncia a su hijo para que no lo llamen bastardo. Desprecio y muerte completan el melodrama en el que Duse logra una actuación extraordinaria. En internet puede leerse -en francés- la reseña que Roland De Beaumont escribió para la revista La Vita Cinematografica, publicada en septiembre de ese año.
Con la idea de ganar fondos para su proyecto en 1921 Eleonora aceptó realizar giras por Europa y Norteamérica. En medio de un gran éxito en Estados Unidos y dispuesta a fundar su teatro, la enfermedad pulmonar que padecía se agravó y murió en Pittsburgh el 21 de abril de 1924. Su última actuación fue en una pieza teatral titulada Cosí sía, que significa Así será. En idioma español puede leerse el libro La vida patética de Eleonora Duse, de Andrés Révesz y “Eleonora Duse”, de E. A. Rheinhardt, este último en sitios de venta de libros usados ya que nunca fue reeditado. Mucho se ha publicado en idioma italiano sobre esta actriz que vivió y actuó en los tiempos de Charles Chaplin quien expresó halagos hacia ella públicamente.
Con luz propia
La idea de este nuevo ciclo de contratapas es poner la lupa en biografías de mujeres que en otro tiempo y en otro lugar acompañaron a personajes célebres de la historia: fueron hijas, hermanas, esposas, amantes, maestras, que brillaron con luz propia, pero quedaron recordadas en un segundo plano y hasta fueron olvidadas por las crónicas de época o tímidamente mencionadas.
La mayoría de los casos guarda relación con esta circunstancia, la de pertenecer a un círculo de ámbitos como los de la ciencia, la política, el arte, y las organizaciones sociales. Sin embargo, también haremos referencia a mujeres que, por su carácter temerario, sus aventuras fuera de lugar o su intrepidez quedaron fijadas en un imaginario popular que alimentó esos mitos con anécdotas y relatos que otorgaron rasgos ficcionales a sus personalidades o actuaciones.
“No podía distinguirse si su sufrimiento era un artificio o la pura realidad, debido a la dolorosa vida que tuvo”.
Los comentarios están cerrados.