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Liborio Justo, el que incorporó el delta entrerriano a las letras

Conocido por sus pseudónimos (Quebracho, Lobodón Garra o Bernal), Liborio Justo vivió al límite y tuvo -además de una reconocida labor como intelectual revolucionario- la delicadeza de integrar en “Río abajo” historias, paisajes y personajes de las islas del Ibicuy a la literatura nacional.

 

Θ Rubén I. Bourlot

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“Deja el libro que ha estado leyendo sobre la evolución de los mundos, sobre las lejanas nebulosas y las últimas teorías respecto a la expansión del universo que lo abisman, una vez más, en el tremendo misterio de los espacios siderales. Sale afuera y va hasta la punta de su muelle. Es una noche tranquila, oscura ya fresca. El cielo está parcialmente nublado. Hay un silencio y quietud impresionantes. Silencio y quietud; un paisaje agreste y solitario, donde uno podría llegar a sentirse como perdido en un apartado rincón del planeta. Apenas se escucha el chirrido de los grillos, el croar de las ranas y el coletazo de algún pez, que resuena profundo. A ambos costados del arroyo se perfila la negra silueta del monte, agazapado en la orilla. Y, hacia el Sur, las aguas, inmóviles, aparecen plateadas por un reflejo lejano que viene de las nubes con la leve claridad de una luna que asoma; ¡es el resplandor de las luces de la ciudad de Buenos Aires!”.

Así pone la puntada final Lobodón Garra a su excelente relato costumbrista que llamó Río abajo. Una serie de pinceladas sobre las islas del Ibicuy y sus protagonistas, al estilo de Marcos Sastre en El temple argentino o de Fray Mocho en su Un viaje al país de los matreros.

 

Cronicados

“El sábado 26 de marzo de 1994 se concretó un hecho que va a marcar la actividad cultural de Villa Paranacito -relata una crónica escrita por Jorge Alfredo Temporetti -, produciéndose un encuentro esperado por muchos de sus pobladores. Estuvo don Liborio Justo que con el pseudónimo de Lobodón Garra escribiera este libro que representa la mayor realización literaria de las Islas.” Con 92 lúcidos años asistió a la presentación de la reedición de Río Abajo.

En la oportunidad, ya anciano, el autor hizo referencia a los motivos por los cuales llegó a residir en el Delta Entrerriano, comentando: “Las cosas que ocurrían en esta región en esos tiempos eran tan extraordinarias que sólo había que redactarlas tal como eran para escribir algo fuera de lo común. A mí me tocó hacerlo, si no quizás se hubiera perdido”.

Pero quién fue el tal Liborio Justo, fallecido a los 101 años en 2003. Se trataba de, nada más y nada menos, uno de los hijos del general Agustín P. Justo, presidente del país entre 1932 y 1938, en la etapa más oscura de la denominada década infame. Digamos brevemente que Justo padre nació circunstancialmente en Concepción del Uruguay, y que su progenitor, del mismo nombre, era oriundo de Corrientes donde llegó a ser Gobernador. Liborio Justo había nacido en Buenos Aires en 1902. Dejó Medicina en tercer año y viajó mucho por Europa y América.

La producción de Justo tiene un componente político y otro, más literario.

Rebelde transgresor

Liborio produjo una obra heterogénea que firmó con diversos seudónimos como el citado Lobodón Garra, Bernal o Quebracho. Fue autor de “Estrategia revolucionaria” (1957), “León Trotsky y Wall Street” (1959) y “Nuestra patria vasalla” (1968), títulos acordes a un activista político de los bordes como veremos, además de “Río abajo” y “La tierra maldita”.

Este Justo fue un joven rebelde y transgresor que adhería a las corrientes de izquierda, para desazón de su padre.

En 1930 ganó una beca de 8.000 dólares del Instituto de Educación de Nueva York que perdió cuando en un acto en la Universidad de Williamstown se despachó contra la política agresiva de los Estados Unidos en el Caribe.

Fue uno de los iniciadores de una vertiente opositora a los tradicionales partidos marxistas como el Partido Socialista y el Partido Comunista. Participó de los primeros grupos de seguidores de León Trotsky en la década del 30, críticos de la visión internacionalista y proeuropea de estos partidos, planteando los primeros atisbos de la cuestión nacional. Fundó en 1939 el Grupo Obrero Revolucionario (GOR) que fue el núcleo iniciático de dirigentes como Adolfo Perelman, Enrique Rivera y Jorge Abelardo Ramos.

Un episodio lo retrata de cuerpo entero, cuando en el Congreso Nacional gritó “¡Abajo el imperialismo!”, mientras el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt era recibido con honores por el presidente Justo, su padre.

 

El retorno a la naturaleza

En 1932, año en que su padre asumiría la primera presidencia del país, Liborio Justo emprendió algo así como un viaje iniciático a las islas Orcadas y a los mares antárticos. En las heladas tierras del sur se dedicó a la pesca de ballenas, y la cacería de renos “en medio de montañas nevadas y el ruido permanente de los derrumbes de los ventisqueros”, cuenta. De esta experiencia escribió “La tierra maldita” que “originó en los Estados unidos la extraña leyenda de que el autor había estado persiguiendo monstruos prehistóricos por los valles cordilleranos de la Patagonia”.

En 1943, de nuevo dejó las luces de la gran ciudad, las lides de la política y marchó hacia el delta entrerriano “con el cerebro y los nervios agotados por diversas circunstancias, como uno más entre los náufragos del mundo que aquí llegaron a establecerse, vine a buscar refugio y curación en este ambiente cuya soledad, primitivismo y peculiaridad me alejaban, como a otro mundo, de aquel en que había vivido y deseaba olvidar, por un tiempo, con el fin de recuperarme”, cuenta en “Río abajo”.

En ese ambiente brumoso se relacionó con los increíbles personajes que habitaban el Ibicuy, y escuchó las historias más insólitas, sucedidos de otros tiempos relatados en las largas pausas isleñas.

Liborio Justo en la isla La Maciega, Ibicuy, hacia 1949.

Personajes

Ahí conoció, por ejemplo, a Domingo Vico que “vivía adentro del arroyo Cuzco, que va a salir a una de las zonas más apartadas y solitarias del Bravo. En ese arroyo era el único poblador. Vino a las islas a los 20 años, allá por 1904 (…). Criollo de pura cepa y entrerriano por añadidura, una vez, conversando, descubrimos que su padre, antiguo ‘jordanista’, y mi abuelo paterno, entonces diputado nacional por Corrientes, habían luchado en bandos contrarios, allá por el año 1871, en la batalla de Ñaembé, un lejano episodio de la historia nacional ocurrido cuando López Jordán, después de asumir la responsabilidad del asesinato del general Urquiza y ponerse al frente del gobierno de Entre Ríos, levantó en armas a esta provincia contra las autoridades de Buenos Aires (…)”.

Sus últimos días los vivió solitario pero con tal lucidez que en 1998 se dio el lujo de publicar “Cien años de letras argentinas”.

 

Bibliografía a consultar

http://www.lanacion.com.ar/518063-fallecio-liborio-justo-literato-e-historiador

http://liboriojusto.org/eternopositor.htm

Garra, L., (1968). Río abajo (El drama de los montes y los esteros de las islas del Ibicuy), Colección Tatú, Ed. Schapire, Bs. As., 3 Ed.

Galasso, N., (1983). La izquierda nacional y el FIP, Biblioteca Política Argentina Nº 8, CEAL, Bs. As.

Temporetti, J. A., (junio de 1994). “Liborio justo y su importancia en la cultura de Villa Paranacito y el Delta Entrerriano”, El Tren Zonal, N° 20.

Más temas sobre nuestra región en la revista digital Ramos Generales, disponible en http://lasolapaentrerriana.blogspot.com/

 

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