La actividad artesanal platera hunde sus raíces en la historia profunda de Entre Ríos y de Paraná. Lo relevante es que el oficio se proyecta hasta hoy. De hecho, se sigue transmitiendo; se enseña como acción efectiva de preservación; y se investiga en torno a ella intentándose, además, la divulgación de su valor patrimonial.
Griselda De Paoli
Las técnicas y los diseños que se aplican a una pieza artesanal, llevan al mundo la identidad en la que se inscribe, sea de un país, de una región, de una provincia o de una ciudad. Indudablemente la vinculan con las características de una comunidad articulada con su entorno, con su paisaje y con su historia.
Hace varios años que un equipo del Taller Lágrima de Luna, que funciona en Oro Verde, viene trabajando en torno a la platería entrerriana con la aspiración de poder llegar a caracterizarla como un estilo. La investigación-declarada de interés de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias de la Uader, se lleva a cabo sobre la riquísima colección de platería del Museo Martiniano Leguizamón y la acción central es el análisis de las piezas que la conforman.
El interés sobre las piezas y sus particularidades, sin dudas detonó muchas nuevas preguntas que hicieron foco en la necesidad de conocer más sobre el artesano detrás de cada una de ellas y nos impulsó a un nuevo desafío, producir un diccionario de plateros entrerrianos o que hubieran trabajado en Entre Ríos, partiendo del Diccionario de Plateros del Río de la Plata, enriquecido a partir de la información que, sin duda, podían proporcionar la bibliografía y las fuentes documentales entrerrianas, lo que efectivamente ocurrió.

Patrimonios
El objeto, tanto de la investigación como de la producción de este diccionario es hacer honor a la cultura heredada y transmitida, rescatando las raíces del oficio platero en nuestra provincia, valorando el patrimonio cultural en el que se inscribe, tanto desde el punto de vista material –las piezas- como del inmaterial -las técnicas, el uso de determinadas herramientas, los diseños, el estilo-; con la idea de conocer mejor quiénes han aportado y enriquecido el oficio, al transmitirlo de una generación a otra.
Trabajando con los registros del Diccionario, se ha realizado una lectura que nos permitió primero intentar una periodización; luego, establecer la distribución de plateros en el territorio provincial entre 1820 y 1914 (con la expectativa de ver cuál es el número y distribución hoy); y detectar las familias de plateros que trabajaron en Entre Ríos.
En lo que hace a Paraná, el Diccionario en construcción, indica que la actividad platera estaba presente; en poco menos de 100 años, se registran 65 plateros, y si se extiende el análisis del registro incorporando la zona rural del Departamento Paraná, el total de plateros llega a 82. Es conveniente tener en cuenta que en el Censo de 1820 registró que Paraná tenía 4.292 habitantes y en el de 1914 había alcanzado el número de 36.089. En el período considerado, la cantidad de plateros, resulta altamente significativa, considerada en el marco del contexto histórico y en el lento proceso de crecimiento poblacional y según nos muestra la información compilada en el mismo diccionario, el momento de mayor concentración de artesanos plateros y de más relevante producción platera, fue sin duda, la etapa de la Capitalidad de la Confederación Argentina.
Juan Giménez informa que, para ese momento, en Paraná “había un Club de Artesanos, compuesto en su mayor parte de gente de color. El local era en casa de su Presidente Francisco Ledesma, al lado de la Escribanía de Exequiel Balbarrey. Allí se daban animadísimos bailes, presentándose los socios vestidos de toda etiqueta; entre ellos descollaban el notable guitarrista; Vacani, actor, cantante; Antonino, pianista y que tocaba el figle en la banda de música. Las damas con una toilette esmerada, daban más realce a aquel centro social”.
Plateros en Paraná
La historiadora Ofelia Sors nos anoticia de que entre los comercios más acreditados de la ciudad, se destacaba la Platería, Joyería y Relojería de don Ángel Scotto, establecida en el año 1853 en la calle Industria N° 48, (hoy 25 de Mayo) y su continuación (España) Esta casa había tenido el honor de guarnecer de plata el libro de la Constitución, como asimismo las cajitas del mismo metal destinadas a guardar los tratados celebrados con los gobiernos europeos e infinidad de trabajos dedicados a personajes eminentes del país. A fines de 1858 ocupa un nuevo y lujoso local. Otro negocio similar, propiedad de Francisco Cesarini, se instala en ese año frente a la plaza 1° de Mayo, y en noviembre de 1859 abre sus puertas un taller de platería y joyería, de José Struzzi, en la calle Industria N° 94.
Joyeros y grabadores de esa época fueron León Lelong y Santiago Caccia. Este último, en agosto de 1860 inaugura su taller de cincelados en Uruguay N° 16. Luego, fue nombrado grabador oficial por el gobierno de la Confederación.
Rescatar sus nombres es un homenaje a su marca de identidad aportada a nuestra platería del presente.
AL MARGEN
Siempre es oportuno reflexionar sobre la ciudad. El desafío en este caso ha sido enriquecer una acción conjunta llevada adelante entre EL DIARIO y la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Uader. De esta experiencia participan docentes, alumnos e invitados, con la idea de poner en valor los bienes comunes y también repasar los asuntos pendientes. Para comentarios y contribuciones, comunicarse a [email protected], [email protected] y/o [email protected].
Los comentarios están cerrados.