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Los bailes, una excusa para encontrarse en la memoria

La música popular y la necesidad de darse rituales de encuentro fue haciendo que Paraná constituyera espacios inolvidables para bailar e interactuar. Muchos proyectos de pareja, amistadas y familias empezaron a dar los primeros pasos en lugares que el memorioso Carlos Fradkin recuerda.

 

Griselda De Paoli / [email protected]

 

La música no es solo un mecanismo de expresión sino una de las voces de la memoria colectiva que contribuye a construir identidades. Está implícita en su métrica y melodía la evocación de tiempos, emociones, experiencias históricas, fenómenos sociales, imaginarios individuales y colectivos que nos llevan a considerar que hay historia porque hay memoria social.

El sociólogo Maurice Halbwachs asume que la memoria sólo puede ser entendida como un proceso colectivo, una capacidad de poner recuerdos en común, que bebe de un depósito, también común, de significados en que entretejen símbolos, signos, un repertorio lingüístico y una memoria individual, resignificada por el contacto social. En esta mirada, el pasado es reconstruido con base en el presente.

La música y el baile funcionan entonces como catalizadores y a la vez como manifestación de los sentimientos de una comunidad y frecuentemente contribuyen a explicar una época, un momento histórico.

Varias de esas esencias perviven en el relato de un vecino memorioso como Carlos Fradkin. El es autor de un material titulado “Cuando reinaba la milonga”, que publicara EL DIARIO.

“Quienes ya tenemos blanca la cabeza, hoy ‘sólo nos queda el recuerdo / de pasadas alegrías’, cuando en las décadas del cincuenta y el sesenta la cita obligada eran los clubes de barrio: Universitario, Palermo (al lado del Jockey Club, lindante con el Hipódromo), Neuquen, Ministerio (en su ex estadio de fútbol de la zona  portuaria), Talleres, Palma Juniors, Sportivo Urquiza (en su vieja sede social cercana al Parque Urquiza), Palma Juniors; más céntricos en el Centro Asturiano, Recreativo, Ciclista, Echagüe, APREN (con su pista de baile rodeada de palmeras, famosa por sus esplendorosos bailes de carnaval)”.

“Ni qué hablar de La Rambla, en pleno Parque Urquiza, lugar bailable que fuera administrada por damas de una entidad de beneficencia”.

“Cerca de allí, en un hermoso contorno ligado al mítico ‘Puente de los Suspiros’, se ubicaba una pista de baile para un sector de público marcadamente carenciado y hasta marginal, donde el tango y los pasodobles marcaban el ritmo principal, abierto en plenitud a las noches estrelladas del Parque”.

 

ANTES DE LAS REDES SOCIALES

Los recuerdos de Fradkin arrancan unos almanaques antes. “Y más antiguamente, digamos por la década del cuarenta del mismo siglo XX, eran habituales las pistas por separado de música ‘más moderna’ y otra ‘para el chamamé’. Estamos hablando del Prado Español, cerquita de las 5 Esquinas se llevaban a cabo antológicos bailongos, inclusive por la tarde, adecuado a las características kermeses”

“Las vestimentas marcaban las tendencias de la moda. Por ejemplo, los varones usaban sombrero o el clásico ‘rancho’. Por entonces no había televisión y el que tenía un aparato de radio para sintonizar acaso un par de emisoras, era un afortunado de la vida. Por supuesto, en las décadas posteriores ya mencionadas, comenzaron a aparecer las radios portátiles, marcando el principio de otra etapa, otra era. Aparecen Elvis Presley, después los Beatles, el rock (importado y nacional)”.

“También se realizaban los populares bailes en la calle. Espontáneamente, los propios vecinos organizaban, en esquinas estratégicas y calles aledañas, unos bailes que competían sin ánimo de lucro con las entidades sociales por lo regular únicas convocantes, y se animaban veladas inolvidables, con la sola iluminación precaria que se disponía, lo cual creaba un ambiente propicio para el baile y las correspondientes expectativas naturalmente suscitadas”.

“Si hasta en la Isla Grande, frente a Paraná, hubo una época que se habían instalado junto al balneario, en el medio del río digamos, unos quinchos adaptados para que los paranaenses que venían a gozar de las aguas mansas del balneario, pudieran también darse el lujo de bailar sus ritmos preferidos, y los bailes se armaban hasta bien entrada la noche. Había un servicio de lanchas permanente, con horarios establecidos para ida y vuelta”.

Huellas Paranaseras
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Los bailes del Club Echagüe, uno de los más recordados.

Una publicación de EL DIARIO rememora uno de los bailes, cerca del Puente de los Suspiros.

Cambió la ciudad y, con ella, los rituales de sociabilidad juvenil.

Las reuniones danzantes eran puntos de encuentro de jóvenes, en los que la música popular actuaba como aglutinante.

Cerquita

Las evocaciones se le llenaron de nombres propios a Fradkin. “Hasta entonces, los encuentros bailables eran la excusa para contactos personales, cara a cara, cuerpo a cuerpo, corazón a corazón. Así, las citas y las relaciones se establecían de semana en semana. Con sus grabaciones o mediante la actuación en vivo arrasaban las orquestas típicas. Por citar algunos: Pugliese, Troilo, D’Arienzo, con sus grandes cantores populares, y algunas de exitosos conjuntos locales; y las de Jazz o de música romántica también famosas, como la de Oscar Alemán, un virtuoso de la guitarra, y aquí el recordado Tito Luna y orquesta”.

“A medida que fueron desapareciendo los salones de baile, las milongas se fueron espaciando en el tiempo, hasta prácticamente desaparecer. El tango, en su expresión bailable, fue la víctima directa y primera. A pesar de los lugares donde se enseña hoy día a bailar el tango, la repercusión no es la misma, el contexto social ha cambiado notoriamente. Hoy los chicos y chicas van ’a los boliches’, eligen sus lugares preferidos, y después de medianoche, bailan su música preferida, la del rock y los ritmos modernos convocantes. Los chicos se convocan por las redes sociales y por sus modernos aparatos celulares los mensajes responden a recientes códigos de comunicación”.

“La música popular de hoy se desarrolla en otro contexto, en nuevas y renovadas dimensiones. En general la juventud marcha por otros caminos culturales, tal vez ni mejores, ni peores”

“El mundo digital es una caja de Pandora que nos asombra con una despiadada avalancha comunicacional que altera las costumbres tradicionales: lo que hoy asombra será un ‘ya fuiste’ el año próximo”.

 

AL MARGEN

Siempre es oportuno reflexionar sobre la ciudad. El desafío en este caso ha sido enriquecer una acción conjunta llevada adelante entre EL DIARIO y la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Uader. De esta experiencia participan docentes, alumnos e invitados, con la idea de poner en valor los bienes comunes y también repasar los asuntos pendientes. Para comentarios y contribuciones, comunicarse a [email protected], [email protected] y/o [email protected]

 

 

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