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Malvinas de la Diplomacia a la Guerra

Desde la usurpación Británica de nuestras Islas Malvinas, nuestra Nación emprendió un reclamo constante por la vía diplomática, a veces más insistente que otras, de acuerdo al estado de  las relaciones comerciales con Gran Bretaña,  que siempre saco el mejor provecho, explotando sus empresas a nuestros obreros.

Argentina por propia convicción y  por las presiones de Estados Unidos hacia toda América Latina, mantuvo su neutralidad casi hasta el final de la 2ª Guerra Mundial; sin embargo, algunos  actores de la vida política y militar estuvieron atentos para incrementar la presencia en la Antártida  e intentar  aprovechar el momento para recuperar las Islas Malvinas.

Hacia el años 1941 la Armada Argentina preparo una operación militar para recuperar las Islas, dicho plan seria permanentemente actualizado  hasta 1982, se lo presentaría a Perón durante su primer etapa presidencial,  en 1964 desde un submarino desembarcarían en una acción de exploración del terreno y actualización de datos e información, nuevamente lo pondrían en manos de Perón  en 1973 no bien el Gral. asume su tercer presidencia y finalmente lo llevaría a cabo en 1982.

El plan de 1941:

El capitán de fragata Ernesto Villanueva realizo en 1941 un trabajo de 35 carillas donde analizaba desde el lugar del desembarco a las fuerzas terrestres que debían permanecer en las islas, que fue debatido en secreto en la Escuela de Guerra Naval. La crítica a este plan provino de Rattembach, el mismo militar que encabezó la comisión que juzgo el accionar de los responsables de la guerra de 1982, quien entonces tenía el grado de Tte. Cnel., y estuvo centrada en el después de la reconquista.

El planeamiento, que preveía la cooperación entre Marina y Ejercito, en una operación bajo un mismo mando,  guardaba la noble misión de “restituir al país un archipiélago que le pertenece, cuya situación estratégica es de vital importancia para la defensa marítima de la nación” y su territorio “constituye un índice de riqueza importante restado al patrimonio nacional”. Si bien consideraba que la operación era exclusivamente naval, incorporaba la necesidad institucional de hacer intervenir al ejército. Hace un relevamiento del clima, el suelo, la flora, la fauna, la población y el aspecto físico del archipiélago donde se desarrollaría la acción armada. Seguidamente se analizan varios puntos para un desembarco y fondeadero para la escuadra cercano a Puerto Stanley (Puerto Argentino). En este sentido el área de Berkeley Sound (Bahía Anunciación) “con tres excelentes fondeaderos (Puerto Johnson, Stag y Puerto Louis) aptos para hidroaviones” constituye una zona de gran ventaja porque “las fuerzas allí desembarcadas se encontrarían a sólo 20 Km. de Puerto Stanley”. Además Berkeley “constituye un excelente fondeadero para toda la Escuadra, una vez asegurada su limpieza de campos minados”. El trabajo pone la lupa sobre Puerto Stanley y sus puntos principales. “Hemos establecido que la principal riqueza de las Malvinas la constituye la cría de ovinos; ésta aseguraría la provisión de carne a las tropas de desembarco; por otra parte, infinidad de chorrillos de agua cristalina, provenientes de los morros y colinas, aseguran su provisión” dice en uno de sus párrafos. Y luego continúa en cuanto a las fuerzas de defensa británicas observando que “la única fuerza existente que podría organizarse la constituye un grupo de 200 voluntarios que se estiman bien equipados con armas modernas pero con escasa preparación militar. Si se reforzara con personal desembarcado de algún crucero que se encuentra en Puerto Stanley…no pasaría de 300 hombres, por lo que cabe apreciar que como máximo la defensa local no estaría formada por más de 500 hombres”. Ante  ello  «la Escuadra activa (argentina) podría transportar, sin mayor inconveniente, un batallón de Infantería de Marina en pie de guerra» (textual). Ese batallón de 1000 hombres sería repartido en 2 acorazados, cruceros pesados, un crucero ligero, 12 torpederos, un buque tanque y 9 rastreadores. El millar de efectivos «estarían organizados» en «3 compañías de fusileros con ametralladoras de 7,65; una compañía de ametralladoras pesadas con 3 morteros de 81mn y 3 ametralladoras de 20mn; 1 batería de artillería con 4 cañones de 75mn y una sección de comunicaciones, con un transmisor portátil combinado de onda corta e intermedia y 2 receptores, uno para cada tipo de onda». Los efectivos del Ejército (750) serían movilizados en 2 buques de transporte tipo ARA Chaco. “Es decir que la fuerza expedicionaria se compondría de un total de 1.750 hombres. Si la Escuadra no se viera precisada a operar contra fuerzas navales, estaría en condiciones de desembarcar un contingente de 500 marineros como refuerzo en caso necesario, es decir que en total la operación puede ser realizada con 2.250 hombres”.

Como sucedió en 1982, el plan de Villanueva entendía que «el menor costo de la operación está basado en la sorpresa». Si la operación es descubierta y si el objetivo estratégico inmediato fuera Puerto Stanley, al adversario «no le quedaría otra solución que reunir y concentrar sus fuerzas en Puerto Stanley para resistir allí a la invasión o bien iniciar desde las colinas una resistencia de guerrillas». Estas similitudes en las consideraciones es lo que nos permite afirmar  que es este plan actualizado en cuanto a  tropas, medios, etc, es el que se aplicó en 1982. Una vez detectada la maniobra “las autoridades locales utilizarán de inmediato la R.T. (radio-telégrafo) para solicitar protección a las fuerzas navales inglesas o norteamericanas que se encuentren en el mar. Por tal razón, uno de los primeros objetivos de la aviación embarcada sería destruir con bombas la estación R.T. de Stanley… una operación similar habría que realizar con la estación R.T. de bahía Fox. No se podría evitar que la noticia fuera transmitida por cable a Montevideo a menos que se cortara el cable, empresa difícil por desconocerse su punto de salida y la orientación que lleva, a no ser que se corte en el punto de llegada, mediante un oportuno sabotaje en Montevideo”. Como se observa, la operación entrevé la posibilidad de circunscribir no solamente a los británicos en el conflicto sino también sumar a los estadounidenses y a los uruguayos. El plan contiene  un segundo análisis del posible desembarco en  las zonas de Puerto William (Puerto Groussac), Berkeley (Bahía Anunciación), o bahía Uranie (o Urania) al sur de la Bahía Berkeley. Otra similitud con 1982, se habla de un desembarco en las últimas horas de la noche a primeras del día para actuar con sorpresa,  evitar la resistencia y las consiguientes  bajas enemigas.

Rattembach en su análisis cree que la operación desembarco y toma de la islas está  correcta, pero si pone en dudas sobre la permanencia de las tropas, pues prevé una reacción inglesa y ve muy dificultoso resistir un desembarco británico.

Si bien en su momento fue un estudio táctico en la Escuela Naval,  cobra importancia pues la primera vez que en Argentina se analiza una acción bélica para recuperar las Malvinas  y fue mantenido y actualizado en el tiempo hasta ser aplicado en 1982.

El contexto en el que se realizó fue el de la primera guerra mundial, Villanueva  aparte de este trabajo elaboró otro donde  evaluó  la futura acción de Brasil en la misma, la relación de este con E.E.U.U. y su futuro desarrollo miliar, no le dieron la más mínima importancia y todo lo que él  escribió luego se cumplió.

 

La Operación  Tabarin,  La misión de Teisaire, Primera presentación del plan

En 1943 y como respuesta  a las pretensiones Alemana sobre la Antártida, Inglaterra lanzó la “Operación Tabarin”, la que en realidad pretendía no descuidar las suyas sobre dicho continente,  pues Alemania ya estaba en retirada en la guerra y las supuestas intenciones de Japón sobre las Islas Malvinas, ya sea para ocuparlas para sí o devolverlas  la Argentina, suenan más a una excusa, la realidad  es que Argentina y Chile aprovechando la situación había avanzado mucho en la exploración del denominado Continente Blanco, y los Ingleses querían marcar presencia , así es como en 1941 el barco británico Queen of Bermuda tomó la precaución de destruir depósitos de carbón y una de las Shetland del Sur, reclamadas por el Reino Unido (como también por Chile y Argentina),que  poseía un abrigado puerto con una vieja estación ballenera noruega. La expedición liderada por el teniente James Marr,  deja las islas Malvinas en dos barcos, HMS William Scoresby y Fitzroy, el sábado 29 de enero de 1944. Marr había acompañado al explorador británico Ernest Shackleton en sus expediciones antárticas de principios de la década de 1920. Se instalaron varias bases durante febrero. Cerca de la abandonada estación ballenera noruega en isla Decepción (3 de febrero), donde la bandera británica fue izada en reemplazo de las banderas argentinas, y en Port Lockroy (11 de febrero) en la costa occidental de la península Antártica. Otra base fue instalada en Bahía Esperanza (Hope Bay) el 13 de febrero de 1945, después de un fallido intento de descargar provisiones el 7 de febrero de 1944. Las reclamaciones territoriales británicas fueron aún más reforzadas por la emisión de sellos postales. Una nota del Foreign Office indica que la operación fue lanzada no a causa de que Estados Unidos no hubiera reconocido las reclamaciones británicas en el territorio, sino para alentar las reclamaciones territoriales británicas contra las incursiones de Argentina y Chile.

En 1951 asume la reina Isabel segunda y al año siguiente se realiza la ceremonia oficial, ya siendo Presidente en Argentina Juan Domingo Perón, este envía  a su Vicepresidente y Ministro Plenipotenciario Vicealmirante Alberto Teisaire como representante oficial y con la misión de plantear la restitución de la Islas a la Argentina en una operación político económica, que consistía en la compara de las mismas, evaluada que la “devolución” no sería considerada por los británicos,  atento a las dificultades  de la pos guerra de los mismos, Perón les ofrecía un acuerdo en el cual los británicos obtenían un beneficio económico y Argentina se quedaba con las Islas, Inglaterra sostuvo que después del sacrificio de la guerra, ceder un territorio en las condiciones que fuera no sería bien visto por su población y así fracasó ese intento.

En tiempos en que era  muy común la intervención Militar en las cuestiones políticas, la Armada  creyó propicia la oportunidad de presentar su plan  de operaciones al presidente  que lo descarto de plano y le significo un enfrentamiento durísimo,   que llevaría a los marinos a unir este con otros “motivos”  y lazar la intentona golpista de junio de 1955 y finalmente deponer a Perón en septiembre de ese año.

 

Las acciones diplomáticas, La Resolución 2065 de la ONU, el acercamiento con los malvineses, la propuesta británica a Perón,  la Junta Militar y la decisión de la guerra.

Mientras la Marina Argentina realizaba desde un submarino una operación de desembarco y exploración, que le permitiría  sumar nuevos datos a su plan de acción, el gobierno y fundamentalmente desde la gobernación de Territorio Nacional de Tierra del fuego, emprendió diversas acciones tendientes a crear puentes  con los malvinenses, a la vez que  activa con más insistencia a su diplomacia.

En 1943 el presidente de la nación Pedro Pablo Ramírez creó la Gobernación Marítima de Tierra del Fuego; siendo Ernesto Campos, en ese entonces teniente de fragata,  designado ayudante secretario del gobernador, cargo que ejerció durante los mandatos de Fidel Lorenzo Anadón (1943-1944), Gregorio Antonio Portillo (1944-1946) y Fidel Antonio Degaudenzi (1946-1947). Posteriormente  en 1957 Campos es designado  gobernador  del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, emprendiendo una  tarea de permanente acercamiento a los malvinenses hasta  1963 en que dejo el cargo , agilizó el traslado de enfermos al continente y ayudó a estudiantes isleños que querían continuar sus estudios en Buenos Aires. Desarrolló el proyecto Antares, que consistía en la construcción de una planta de almacenaje de combustible en Puerto Argentino para YPF. Posteriormente en 1972  la Fuerza Aérea Argentina Construye la pista de aterrizaje, LADE vuela periódicamente a Malvinas,  y la empresa de Correo y telecomunicaciones presta el servicio postal.

La resolución 2065 de la Asamblea General de la ONU, aprobada el 16 de diciembre de 1965, reconoció la existencia de una disputa de soberanía entre el Reino Unido y la Argentina en torno a las Islas Malvinas. De igual manera, reconoció que el caso de las Malvinas se encuadra en una situación colonial, que debe ser resuelta teniendo en consideración lo expresado en la resolución 1514, donde se estableció el objetivo de eliminar toda forma de colonialismo. La resolución invita a las partes a resolver sin demora la disputa de soberanía teniendo en cuenta los intereses de los habitantes de las islas.​ El entonces representante argentino ante las Naciones Unidas, Lucio García del Solar, fue uno de los principales gestores de la resolución, ​junto con Bonifacio del Carril, nombrado embajador extraordinario por el presidente Arturo Humberto Illia. Tras la resolución, se iniciaron las negociaciones para la transferencia de soberanía de las islas. La Declaración Conjunta del 1 de julio de 1971 preveía que los representantes, argentino y británico, de la Comisión Consultiva Especial  a los efectos de las negociaciones residieran en Stanley. Conforme con la decisión, en diciembre, se designaría a un vice comodoro para cubrir el cargo por un bienio.  Al funcionario le fijaron las responsabilidades que correspondían a las distintas áreas del Estado nacional involucradas en la acción de relaciones exteriores argentinas destinadas a captar la buena voluntad de los isleños. En primer lugar ocuparía la jefatura de la agencia LADE; después tendría a sus órdenes, en distinta relación de dependencia, los organismos o las empresas estatales de la Argentina continental; es decir, las comisiones particulares y de turismo, los equipos de trabajo de las reparticiones gubernamentales y de las empresas que brindasen servicios a los isleños: Yacimientos Petrolíferos Fiscales, Gas del Estado, Transportes Navales, Fuerza Aérea Argentina, Secretaría de Correos y Telecomunicaciones, entre otros. Incluso facilitaría y coordinaría las investigaciones de campo de la Sociedad Científica Argentina. Un supervisor de LADE lo asistiría como auxiliar con la función de jefe de base y promotor de ventas de pasajes desde Stanley a cualquier parte del mundo, mediante conexiones con otras compañías aéreas; en particular, con Aerolíneas Argentinas. Además, se cubrirían los cargos de operador de torre de las aeronaves argentinas, y del servicio de comunicaciones para mantener enlace BLU y de teletipo con las agencias de LADE en el continente. El gobierno isleño destinó una vivienda para el vice comodoro, con un pago simbólico de una moneda de cobre, y cedió un local para LADE, en donde funcionó la estación de radio. A su vez, les alquilaron casas a los empleados argentinos.

En 1973 al sumir el Gral. Perón nuevamente como presidente la Marina Argentina  insistió con su plan, el Almte. Masera se lo presento, esta vez Perón fue más diplomático, lo recibió, agradeció el interés  de la fuerza por la cuestión Malvinas y llamó de inmediato a su canciller del Dr. Alberto Vignes y puso el trabajo en sus manos con estas palabras  “Doctor, mire lo que trajeron los muchacho de la marina, fíjese si tiene lugar en algún cajoncito y guárdelo”.

El 11 de junio de 1974 Inglaterra acerco el plan de negociaciones  a Perón, antes del mismo incluso había evaluado la posibilidad de entregar la soberanía de la Islas a Argentina  con un contrato de arriendo por 100 años en favor suyo.

El gobierno laborista inglés de Harold Wilson se acercó al presidente Juan Domingo Perón en 1974 con un plan confidencial para un gobierno compartido de las islas. Las negociaciones con Perón se frustraron por su muerte solo 20 días después del primer contacto. En ese momento, el Reino Unido no confiaba en que su sucesora, María Estela Martínez, pudiera seguir el poder hasta el fin de su mandato por lo que cortó el diálogo con Argentina. Después llegaría la dictadura, la guerra de 1982 y la relación bilateral daría un vuelco difícil de revertir hasta nuestros días. La propuesta inglesa cedía a la Argentina parte de la soberanía sobre las islas. Incluía que ambas banderas ondearan en Puerto Argentino y que el castellano y el inglés se convirtieran en dos idiomas oficiales para todos los isleños. En el texto se notaba el interés de Londres por compartir la soberanía. “Sobre estas bases, el gobierno de Su Majestad propone que, si el gobierno argentino está de acuerdo, deberían realizarse conversaciones oficiales o preliminares en Buenos Aires lo antes posible”, escribió el Foreign Office, además, avanzaba sobre el gobierno del territorio, que también sería compartido. Según el texto, se nombraría un gobernador que sería decidido en forma rotativa por el monarca británico y el presidente argentino. Carlos Ortiz de Rozas, distinguido diplomático argentino es una de las pocas personas que supo de aquel encuentro, confidencial, entre el entonces embajador británico en Buenos Aires, James Hutton,  Perón y a su ministro de Relaciones Exteriores, Alberto Vignes. El mismo Ortiz de Rosas declara al Diario La Nación “Vignes me confió que Perón le había expresado: «Aceptemos. Una vez que pongamos pie en las Malvinas no nos saca nadie y poco tiempo después la soberanía será argentina por completo».  20 días después Perón muere y los ingleses congelan las negociaciones,  el Almte. Masera ya había dejado trascender  que Maria Estela Martinez de Perón seria depuesta por un golpe de estado. Pese a ello y en vista de la presión existente, en julio de 1975 el Reino Unido propuso a la Argentina discutir sobre el desarrollo conjunto del Atlántico Sur. La cancillería argentina aceptó esa posibilidad con la condición de que la agenda incluyera el trasfondo por la soberanía. El Foreign Office se negó, pero la Argentina se mantuvo firme en su exigencia de que el tema de la soberanía fuera central en toda tratativa sobre explotación económica,  Inglaterra prosigue luego por su cuenta y en ese marco el 4 de febrero de  1976 el Capitán de Fragata Dn. Ramón A. Arosa, comandante del Destructor argentino ARA “Almirante Storni”, ordenó al buque británico de investigación oceanográfica RRS “Shackleton” que parara las máquinas, con el propósito de abordarlo. Éste navegaba a 78 millas al sur de Puerto Argentino, por lo que la Armada Argentina argumentó que se encontraba dentro del límite de 200 millas náuticas que pertenecían a la jurisdicción argentina según el Derecho del Mar, internacionalmente reconocido. El capitán del buque británico, siguiendo órdenes de Neville French, gobernador inglés de las Malvinas, ignoró las órdenes argentinas y continuó la marcha. El destructor —siguiendo procedimientos de rutina— hizo varios disparos de cañón a proa del Shackleton sin obtener respuesta. Finalmente, asistido por un avión de exploración marítima P2-V “Neptuno” de la marina, continuó persiguiendo al buque inglés hasta seis millas de Puerto Argentino. Luego Argentina e Inglaterra retiraron sus embajadores respectivos y las relaciones quedaron congeladas, las mismas se reanudarían en 1979 con la llegada de  Margaret Tacher al poder y ya con Videla como presidente de facto, precisamente su Canciller el Brigadier retirado Carlos Washington Pastor se mostraba como el militar más interesado en retomar  las discusiones por Malvinas en base a la propuesta británica de 1974, a este lo secundaba el comodoro Carlos Cavándoli como subsecretario de Relaciones Exteriores. En junio de 1979 el subsecretario de Asuntos Latinoamericanos inglés,  Nicholas Ridley viajó a Buenos Aires y el 12 se entrevistó con el subsecretario Cavándoli. En julio visitó Puerto Stanley donde el funcionario inglés observó el estado de irrealidad que vivían los isleños. Allí discutió con los kelpers (isleños considerados por Londres de segunda categoría en esos años) sobre las ventajas de cooperación con la Argentina, aunque aclaró que ninguna solución será posible sin un visto bueno de ellos. Al retornar de las islas volvió a conversar con Cavándoli, acordando reponer a los embajadores que habían sido retirados en 1976. En octubre de 1979, lord Carrington, Ministro de Relaciones Exteriores  presentó a Margaret Thatcher y al Comité de Defensa un memorándum que recomendaba las conversaciones entre diplomáticos a fin de explorar soluciones políticas y económicas «sin compromisos y sin apurar el asunto». También advirtió que la Argentina podía ocupar militarmente las islas y que estaba en capacidad de hacerlo. Tras algunos cabildeos diplomáticos, Cavándoli y Ridley volvieron a encontrarse en Nueva York entre los días 28 y 30 de abril de 1980 como el funcionario inglés solicitó hablar en la intimidad, Cavándoli solo fue acompañado por el jefe de gabinete del canciller Pastor, comodoro Carlos Felipe Bloomer Reeve. En la ocasión Ridley les hablo de la necesidad de una solución en el diferendo de las Malvinas y que convenir la cuestión de soberanía era imprescindible. Que cualquier solución debía coincidir con la voluntad de los «kelpers» y Cavándoli hablo de los intereses de los mismos, además el funcionario ingles les previno a los argentinos que debía discutir muy fuerte con el lobby que la Compañía de la Isla Malvinas (Falkland Island Company) y los sectores que apoyaban a los «kelpers» en el Parlamento. El 30 de julio el Palacio San Martín recibió una propuesta de una reunión confidencial a realizarse en el próximo septiembre ya que Ridley ya tenía los lineamientos de su gobierno para negociar. Entre los días 10 y 11 de septiembre de 1980, Ridley, el embajador Harding, Cavándoli y Bloomer Reeve se volvieron a encontrar en extremo secreto en un hotel en Coppet, cerca de Ginebra, Suiza. Antes de comenzar a hablar Nicholas Ridley afirmó que todas las decisiones que se acordaran en esa cumbre iban a ser aceptadas «ad referéndum» de los miembros del gabinete y la señora Thatcher. En el texto del documento los ingleses proponen que «la soberanía titular sobre las Islas Falkland (Islas Malvinas) y su zona marítima sería transferida a la Argentina, con efecto a partir de la firma del Acuerdo”,  establecía además «una continua administración Británica de las Islas y su zona marítima, con miras a garantizar a los Isleños y sus descendientes el ininterrumpido goce de su forma de vida conforme a las instituciones, leyes y costumbres Inglesas sería asegurada simultáneamente mediante un arrendamiento al Reino Unido por un período de 99 años. Los términos de dicho arriendo estarían sujetos a revisión periódica, mediante acuerdo de las dos partes». “Las banderas Británica y Argentina flamearían lado a lado en los edificios públicos de las Islas”.» El Gobierno Británico sería representado por su Gobernador quien, conjuntamente con un Consejo elegido localmente, serían responsables de la Administración de las Islas y sus habitantes». “El Gobierno Argentino estaría representado por un Comisionado General». El documento cerraba con un punto que proponía: «Habría un Consejo Conjunto a los efectos de coordinar la cooperación relativa al desarrollo económico de las Islas y su zona marítima». Como se observa la Argentina aceptaba la fórmula del «lease back» o retro arriendo;  Inglaterra aceptaba la soberanía de la Argentina y en un tiempo determinado transferiría la administración y la explotación de los recursos. La transferencia sólo se haría en un plazo similar al que Gran Bretaña había establecido para Hong Kong y que fue firmado por 99 años. El «lease back» era una fórmula que el Reino Unido había presentado en encuentros reservados después de 1965, cuando las Naciones Unidas emitió la Resolución 2065 y consideró que ambas naciones debían negociar la cuestión de soberanía en las islas Malvinas. Tras el encuentro secreto el 25 de septiembre ambos cancilleres recibieron los informes sobre lo acordado. De Pastor   se puede decir que ambos coincidían en proseguir con lo acordado en base a la propuesta inglesa, faltaba un paso, la aprobación de los isleños que rechazaron terminantemente  lo acordado  en el documento y  sacaron poco menos  “a las patadas” a Ridley, además en diciembre de ese años cuando el subsecretario ingles se presentó a informar al parlamento generó una discusión de grandes proporciones en el mismo, esta discusión , las presiones de los lobista de la Compañía de la Isla Malvinas, que se arrogaban la representación de los isleños y las dudas del gobierno de Tacher por la situación llevaron al fracaso de esta negociación,  los ingleses terminaría  plateando congelar la misma por 10 años y Argentina rechazando tal planteo. Llego 1981 el cambio de autoridades según El Estatuto del Proceso de Reorganización  Nacional, y las negociación suspendidas.

Por su parte con el antecedente  de que cuando la Argentina instaló un observatorio científico en la Isla Morrell del grupo Thule del Sur en1976 y los británicos no reaccionaron, la Armada comenzó a proyectar un nuevo observatorio   en la Isla San Pedro (Georgias del Sur) a partir de  1981 cuando aún era su jefe el Almte. Lambruschini,  aprovechando que en 1979 el empresario Constantino Davidoff hizo un contrato de compra de 30 toneladas de chatarra por 115.000 libras en dichas islas, la idea era en principio  infiltrar entre su personal a contratar  un grupo de “civiles” de la marina, se la denomino “Operación Alfa”. Para fines de ese año ya se conocía  que en febrero de 1982 el embajador Ross  tendría un encuentro  con diplomáticos británicos, en un intento por reflotar las discusiones por Malvinas, por lo que se decidió  adosarle  una operativo “Alfa B”, que consistió en embarcar un grupo de comando de la armada al mando del Cap. Alfredo Astiz, en los buques que hacían  la campaña antártica, de manera que estuvieran listo para desembarcar, al regreso de las misma, en puerto Leith, en caso que las negociaciones en Nueva York fracasaran. A su vez, los británicos tenían preparada la “Operación Trident” que en contados días movilizaban la flota de mar, como para mandarla a las Malvinas.

Justamente en diciembre de ese año el Gral. Galtieri, comandante en jefe del Ejército,  invita a una cena a su par de la Armada Almte.  Anaya, en la cual le plantea que dadas las condiciones  en que Viola conducía el país era necesario removerlo del cargo de Presidente de la Nación, Anaya  pone como condición y como una forma de reflotar el Proceso de Reorganización Nacional que ya venía en caída, ejecutar el plan de operación para Malvina que la marina tenía siempre listo, lo cual es aceptado por Galtieri. A partir de ese momento se comienza a preparar la “Operación Azul”, con la idea de  tomas las islas Malvinas en agosto o septiembre de 1982. Si bien la negociaciones el E.E.U.U. no fueron del todo fructíferas, tampoco fueron un fracaso, al menos  hubo un principio de acuerdo en cómo debían ser las mismas,  pero el Gobierno decidió silenciar a Ross,  impedirle que siga en contactos con los diplomáticos ingleses y acelerar los planes que culminaron con la ejecución de la “Operación Rosario” en la noche del 1º de abril, anunciando al día siguiente la recuperación de Las Malvinas.

Elìas Almada

Correo electrónico: [email protected]

Fuentes: Infobae, La Nación, Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto,  Juan Bautista Yofré.

 

 

 

 

 

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