Editoras y editores de distintos sellos analizan la situación y cuentan cómo impacta este acceso desigual al insumo en el día a día del mundo editorial al momento de diagramar, proyectar y publicar.
Emilia Racciatti (TELAM)
Aumentos por encima de la inflación que van desde 150% en el papel obra, ahuesado y ecológico y llegan a un 300% en torno al papel ilustración, atraviesan la producción editorial en este 2023 y profundizan así una situación que ya preocupó el año pasado y que si bien coincide con la falta de este insumo básico en la industria a nivel internacional, se profundiza en Argentina donde dos empresas, Celulosa y Ledesma, lo concentran para su venta.
Editoras y editores de distintos sellos analizan la situación y cuentan cómo impacta este acceso desigual al papel en el día a día al momento de diagramar, proyectar y publicar libros cuando la materia prima está costando más que el trabajo sumado de autores, editores, diseñadores, imprentas y encuadernadores, ya que históricamente, esa participación estaba entre el 30 y el 35% y hoy representa el 50% del costo.
Consultado por Télam, Martín Gremmelspacher, presidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL), explica que si bien esta situación ya preocupaba en 2022 y motivó el Primer Congreso Nacional de Libreros y Editores en noviembre en Chaco, continúa y se acentúa este 2023: «Venimos con falta de papel y desabastecimiento, es un ciclo continuo no estanco. Hoy aparece papel pero como hay tanta demanda insatisfecha se acaba y de nuevo estamos dos meses sin papel».
Con la 47 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en el horizonte, cuyo arranque está previsto para el 27 de abril, la demanda generó un alerta a través de un comunicado firmado por la CAL en el que advertían que no peligraba la realización de este evento pero sí la diversidad de libros que puedan editarse para ese momento. «Esto es un oligopolio donde dos empresas productoras, Ledesma y Celulosa, hacen lo que quieren y acompañados por cuatro o cinco importadoras de papel, aumentan por encima de la inflación y llegan hasta un 300% en papel ilustración», explica Gremmelspacher.
ALERTAS
Vanina Colagiovanni, editora en Gog & Magog, estuvo en el congreso realizado en Chaco y coincide con que este panorama no es nuevo. «Se alertaba sobre el duopolio y las dos empresas argentinas productoras de papel, también sobre los faltantes y que las editoriales de grupos internacionales pueden comprar y acopiar papel porque a ellas sí les venden, lo que implica una competencia desleal», grafica.
La editora contextualiza esta escena en el plano internacional al explicar que se trata de algo que «sucede en todo el mundo, donde hay escasez de papel porque, debido a las compras on line, muchas papeleras destinan su producción al packaging, aunque en la Argentina se agrava por estas dos empresas que fijan un precio más alto que la inflación y además por momentos no venden». Y ejemplifica: «Acá había una papelera que antes producía papel y ahora solo produce cajas».
En Gog & Magog, dedicada a la poesía y el ensayo, esto influye en la impresión de menos ejemplares por título para las ovedades de 2023 pero cuenta la editora que también impacta en el armado del catálogo, «porque al momento de seleccionar este año hay menos voces nuevas», a diferencia de la apuesta que el sello hizo el año pasado.
NORMALIZAR LA SITUACIÓN
Más allá de las estrategias de cada sello, Gremmelspacher destaca que «el gran desafío es normalizar esta situación» y reflexiona: «Estamos analizando distintas posturas, una es una denuncia en Defensa de la Competencia debido a que es un oligopolio, está cartelizado el precio, el abastecimiento y tal vez ir en ese camino pueda ser una estrategia como para lograr que este mercado se normalice».
Colagiovanni agrega que en el congreso de editores llevado a cabo en Chaco se vio la posibilidad de hacer una presentación a la Secretaría de Comercio. Para dar cuenta de la dimensión del problema, la también autora de «Una no elige cuándo caerse» asegura que además siguiendo este aumento desmedido de costos de los libros no pueden subirse los precios porque sería imposible venderlos.
«Terminás trabajando para que autores, editores, diseñadores, ilustradores ganen cada vez menos y que el mayor precio del libro se lo lleve el papel. Esto hace que uno se ponga muy selectivo, no imprimís libros caros y largos. Tengo obras reunidas y otros que me gustaría hacer con color que voy pateando. Eso influye en la posibilidad de redistribución. Siempre vuelvo a reimprimir pero esto lo hace muy difícil», completa.
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