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Prevén que este año la bajante del río será menos pronunciada

Juan Carlos Bertoni explicó a EL DIARIO que la bajante se asocia a la situación de extrema sequía que ocurre en la cuenca del Paraná. El funcionario señaló el impacto en la navegabilidad y en la producción hidroenergética.

 

Diamela González

El río Paraná transita desde hace tiempo por una bajante histórica. Los bancos de arena ya forman parte del paisaje y balnearios como Municipal y Bajada Grande en Paraná quedaron inhabilitados para ingresar al agua al no poder garantizar las medidas de seguridad.

EL DIARIO se comunicó con el presidente del Instituto Nacional del Agua (INA), Juan Carlos Bertoni, para obtener de primera mano información al respecto. Hacia finales de enero, el organismo que depende del Ministerio de Obras Públicas cumplirá 50 años encargándose del estudio, investigación, desarrollo y prestación de servicios especializados en el campo del aprovechamiento y preservación del agua.

El Paraná volvió a estar muy bajo frente a nuestra ciudad.

– ¿Cuál es el escenario actual?

-En estos momentos la bajante se ha vuelto un poco más pronunciada, pero hay que analizar el contexto en el que se da. Este proceso comenzó hace tres años. En marzo de 2020, el río empezó a estar en situaciones de aguas bajas y esto se asocia a una sequía de características extraordinarias que ocurre en la cuenca del Paraná e inclusive se extiende más allá de sus límites.

Entre octubre y noviembre del año pasado se produjo un repunte que, en Paraná, por ejemplo, luego de muchos meses con niveles más bajos, llegó a tener un nivel de 3,35 metros. Y hoy en día estamos en 0,35, es decir, 10 veces menos. Esto sucede porque en esos meses hubo más lluvias en la Cuenca del Río Iguazú y en la del río Paraná, muy próximos al límite con Argentina, y eso produjo una elevación de niveles que han sido temporarias.

-Claramente eso no significó el fin de la bajante.

-De ninguna manera. Puede suceder que la gente cuando ve que se recupera por un buen tiempo suele pensar que se terminó, pero no fue así y hoy en día estamos atravesando un periodo donde permanentemente los niveles van bajando.

– ¿Cómo monitorean desde el INA esta situación?

-Desde 1983 el Instituto realiza un monitoreo permanente en los principales cursos de la cuenca del Plata, como lo son los ríos Paraná, Paraguay, Iguazú, Uruguay, entre otros. Tenemos un sistema de alerta y de pronósticos y estamos en contacto con colegas de Brasil, Paraguay, Bolivia y el resto de los países.

– ¿Cómo es la relación que mantienen con Brasil?

-El contacto es permanente y tenemos una muy buena relación con los técnicos y con la Cancillería de Brasil y Argentina. En este momento a nivel de agua estamos trabajando muy bien, más allá de cualquier otra diferencia.

– ¿Cuál es la situación de las represas?

-Mucha gente piensa que el tema de las represas es una problemática y es todo lo contrario. Hoy en día estamos permanentemente en comunicación con la Agencia Nacional de Aguas (ANA) de Brasil y como así también la secretaría de Infraestructura y Política Hídrica de Argentina y los operadores mayoristas de energía de ambos países para acompañar de la mejor manera posible la bajante del Paraná y de los ríos más menores. Las represas han ayudado a que los caudales mínimos de la bajante no sean tan bajos.

– ¿Qué nivel de almacenamientos tienen los embalses?

-Tanto en Brasil, cómo los nuestros mismos, están muchos más altos que el año pasado. En agosto de 2021 teníamos una situación de que el 19% de la capacidad de almacenamiento de todo Brasil estaba con agua, esto quiere decir que prácticamente el 81% del agua que se podría haber acumulado no existía.

Hoy en día, la situación es mucho mejor porque los embalses están acumulados al 70%. Entonces esto nos asegura dos cosas: por un lado, que si se producen crecidas o lluvias los embalses al tener mayor cantidad van a drenar más fácilmente aguas abajo y, por otro lado, también hay pronósticos de lluvia durante febrero, que quizás no sean tan importantes pero sí frecuentes, lo que haría que esta situación de sequía vaya cambiando, y que poco a poco se vaya revirtiendo la tendencia.

En esta imagen, de un año atrás, puede verse que el panorama era peor que el actual. Fotos Juliana Faggi.

Impacto y previsiones

– ¿Cuáles han sido los impactos de la bajante?

-Uno de los impactos es la navegabilidad de los ríos. Aun así, hasta hace poco la ruta oceánica que tenemos desde Timbúes hacia el río Paraná ha estado operando a través del canal de navegación y ha podido extraer la producción agropecuaria.

En tanto, la ruta barcacera, que estuvo cortada durante mucho tiempo, más allá de esta situación que vivimos los últimos días de diciembre y este mes de enero, también ha tenido un repunte y de por sí en los últimos meses la situación fue mejor que a lo largo de 2021 y 2022.

Sin embargo, siempre hay una afectación y se denomina falso flete el periodo en el cual los barcos deben estar navegando con una carga inferior por la falta de calado.

También se vio perjudicada la producción hidroenergética, como en el caso de Yacyretá, que está reducida. Por otra parte, puede ocurrir que se detecte un sabor más salobre del agua, mayores trabajos para potabilizarla en algunas localidades, dependiendo la situación puntual de donde esté colocada la toma.

– ¿Qué previsiones hay para 2023?

-Desde el INA trabajamos con otros organismos y uno es el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). En el caso de la parte climática, todo hace suponer que se debilitará la Niña y que progresivamente, en 2023 podamos ir hacia niveles normales de lluvias. No quiero exagerar ni pronosticar de golpe un ciclo húmedo, pero sí que al menos retornemos a los períodos normales que hoy están muy reducidos.

– ¿En qué condiciones estamos actualmente en Paraná?

-En estos momentos el nivel está en bajante, pero desde Corrientes para arriba se evidencia un leve ascenso, por lo que prevemos que en los próximos días se va a notar una pequeña recuperación, al menos mínima, en Paraná.

-Parece que debemos empezar a adaptarnos a esta situación.

-Así es. Todo haría pensar que el cambio climático nos llevará a tener estas situaciones extremas de aguas bajas y a veces de crecidas, un poco más frecuente y más marcado de lo que lo hemos tenido antiguamente. Entonces, lo lógico son medidas de adaptación y mitigación, y eso es lo que se ha venido haciendo.

Nosotros deseamos que esto concluya, que el río Paraná y sus afluentes vuelvan a sus cursos normales y, en lo personal, por la previsión de lluvias y la cantidad de agua que hay acumulada en las represas, creo que vamos a tener un 2023 mejor que lo que hemos atravesado en 2020, 2021 y 2022.

Cómo afecta la bajante a la fauna ictícola

EL DIARIO entrevistó a Juan Pablo Roux, doctor en Ciencias Veterinarias y director del Instituto de Ictiología de la Universidad Nacional del Nordeste, quien explicó que los peces de la zona subtropical de Argentina tienen una dependencia muy directa respecto al comportamiento del río, con los procesos de bajante y creciente.

En tal sentido, mencionó que “al Paraná tenemos que mirarlo como un río complejo, porque tiene un cauce principal que es la parte navegable, y la otra que es lo que conocemos con el nombre de valle aluvial, que es el que se inunda y se conecta en forma temporaria con el cauce principal cuando hay creciente”.

Estas características aportan al río una gran cantidad de alimentos y de refugio para cierto estadio de los peces. “Ese fenómeno no se está dando en la actualidad, por ende afecta a la vida de los peces porque hay una etapa que no se está cumpliendo regularmente” expresó.

Además, agregó que “lo que hoy tenemos en el cauce principal del río son animales adultos que, en función a las condiciones ambientales, hacen migraciones para poder reproducirse”.

Al referirse a la reproducción, Roux planteó: “Todos los años cuando comienza la salida del invierno, aumentan las horas de luz y la temperatura. Estos dos fenómenos estimulan el hipotálamo de los peces y hacen que empiecen un proceso de activación de su gónada, tanto masculina como femenina, lo que lleva a que los que estaban en total reposo empiecen a madurar las gónadas hasta hacerlo completamente, y ahí se frena su ciclo reproductivo, esperando el tercer elemento ambiental importante para que se produzca el desove, que es cuando los huevos y los espermatozoides son expulsados fuera del cuerpo de estos animales reproductores. Ese elemento ambiental es el aumento del nivel hidrológico del río”.

Estos últimos años de pronunciada bajante, este incremento no se da en forma permanente. “Tuvimos el último episodio de un crecimiento medianamente elevado en octubre de 2022 y eso generó a que haya un grupo de peces que ya estaba maduro y que haya desovado, pero lamentablemente ese desove tuvo que ir a encontrar el valle aluvial con muy poca agua y rápidamente se cortó la conectividad con el río principal” indicó. Al mismo tiempo, referenció que “hoy en día, por los intensos calores, ese valle aluvial está totalmente seco, el agua es muy escasa y de muy alta temperatura”.

Para finalizar, el especialista concluyó que “si analizamos el proceso de reclutamiento, que significa cuánta descendencia dejan estos peces para una nueva cohorte, tenemos que decir que para este periodo es de muy bajo a nulo debido a estas condiciones que se están manifestando”.

 

 

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