El comienzo de diciembre indica el inicio de una etapa caracterizada por el aumento de ventas de trajes, vestidos de fiesta, zapatos y accesorios. Tras dos años en los cuales el contexto de pandemia obligó a suspender casamientos, recepciones, colaciones, fiestas de 15 años; vuelve a movilizarse la zona céntrica con gente inquieta por definir cómo se vestirá para los diferentes acontecimientos. Alquilar una prenda resulta cada vez más, una opción interesante ante la inflación.
NATALIA STRACK
[email protected]
El propietario de un local ubicado en la peatonal San Martín, llegando a la intersección con calle Uruguay, afirma que este año se está vendiendo más que los dos anteriores. No obstante, añade que los precios aumentaron un 100% de un año al otro. “Mucha gente compra con anticipación, otros señan, pero yo les aclaro que los precios van cambiando. Hace 42 años tengo el local, entre el 2006 y el 2010 fue cuando más se vendió en este rubro”, explica Horacio.
Por otro lado, Belén atiende una sastrería en calle 25 de Junio, y explica que los padres prefieren invertir en una prenda fija que alquilarles un traje por fin de semana a sus hijos adolescentes. “Mucha gente compra con tarjeta porque trabajamos seis cuotas sin interés. Siempre se vende más negro, azul y gris; pero los adolescentes a veces buscan blanco, rojo o bordó. Un corte clásico (que implica pinzado, ancho, no entallado) sale $20.000 como base. Un modelo entallado y de hilo, que es lo más fresco en esta época, anda entre $45.000 y $48.000”, detalló.
Desde un negocio de ropa femenina, su vendedora agregó: “Mis jefes compran en Buenos Aires y todos los meses aumentan los precios, por lo menos, un 5%. Depende la marca, los vestidos están alrededor de $10.000. Como en efectivo hacemos un descuento del 20%, la gente lo considera una buena opción. Las ventas repuntaron este año, se vende más que los anteriores”.
No obstante, Claudia analiza que a esta altura, el año pasado, ya había comprado y vendido más vestidos que este año. “Preguntan precios y se van. El vestido más costoso que ofrecemos es de $30.000 y les parece caro. Las prendas varían entre $8.000 y $30.000. La gente busca comprar en las ferias americanas o alquilan vestidos usados”, concluye desde su perspectiva en un local de la peatonal San Martín.
UNA ALTERNATIVA POSIBLE. Están quienes tienen en cuenta la opción del alquiler debido a los altos costos que implica comprar una prenda nueva o la posibilidad de ir variando los modelos hasta optar por diseños diferentes que salen de lo tradicional.
“Los precios arrancan en $4.000, lo cual abarca el saco y el pantalón, pero después se le pueden sumar muchos accesorios. Hay otros más caros que alcanzan los $10.000 también”, afirma una mujer que atiende un local de alquiler sobre calle Urquiza.
VESTIDO LISTO O DISEÑADO DE CERO. Alfonsina atiende una sedería entre Andrés Pasos y Uruguay, y comenta que la venta de telas continúa durante todo el año porque las chicas empiezan a diseñar sus vestidos de recepción con mucho tiempo de anticipación.
“Vienen las egresadas, pero también sus madres, hermanas y tías. Los precios varían dependiendo el tipo de tela. Se vende sobre todo raso, satén y hay variedad de paillette”, añade la vendedora al responder la consulta de EL DIARIO.
ECONÓMICOS. Así como hay locales que venden sus prendas a elevados costos debido a la calidad que ofrecen, existen otros que poseen precios más accesibles.
“Los vestidos brillosos van desde $3.900 y tenemos monos largos de $4500, que es lo más caro”, dice quien trabaja en otro negocio que ofrece variedad de prendas, aparte de lo específicamente formal.
COLORES CLÁSICOS O DE TEMPORADA. La mayoría del personal que atiende en locales de ropa de fiesta coincide en que el anaranjado, el fucsia, el amarillo, el verde y el azul Francia, son los colores que más se demandan por ser considerados “de moda”.
En cuanto a los modelos de los trajes, la nueva moldería viene más entallada y los colores clásicos son el negro, azul Francia, azul oscuro y gris. Como está caro, el traje brilloso se vende menos porque se usa menos, pero sigue siendo una opción para quienes desean diferenciarse.
Lo que más se busca es el corbatín, pero también moño y tiradores.
EL CALZADO. Carmen atiende un negocio de venta de zapatos ubicado en el tramo que se está arreglando en la peatonal San Martín. Según afirma, esto tiene como consecuencia que la gente circule en menor medida y las ventas disminuyan. Además, la inflación es otro factor que perjudica a su rubro.
“El año pasado yo vendía un zapato a $3.000 y este año me sale eso de precio de costo, por lo que lo debo vender a $6.000. La gente cambia la ropa y usa los mismos zapatos. Luego de la pandemia se busca lo más cómodo, zapatos bajos principalmente, a menos que sean recepciones y se vendan sandalias de fiesta. No es que quedamos estancados con la moda, hay muchas opciones como el verde lima o el fucsia, pero la gente no renueva. Con el pago en efectivo hago un gran descuento, así que conviene antes que la tarjeta”, detalla la vendedora.
Son muchas las ofertas que proponen los diferentes locales con respecto a la ropa, al calzado y a los demás accesorios utilizados para los eventos de este mes. A pesar de que la inflación no deja de ser un factor clave al momento de la adquisición, el mayor porcentaje de los vendedores coincide en que han aumentado las ventas en relación con los dos años anteriores, en los que hubo menor cantidad de celebraciones.
Los comentarios están cerrados.