El músico y compositor norteamericano, referente del jazz y de su puesta en diálogo con otros ritmos y estilos, falleció el dos de marzo. Su muerte lo situó definitivamente entre los referentes incuestionables de ese universo. Con su talento tendió puentes con el rock y el funk sin dejar de recoger los elementos del bop para erigirse en un continuador de la impronta de John Coltrane.
Mario Rodríguez
Especial para EL DIARIO
En 1959 ingresaba al grupo de Los Jazz Messenger de Art Blakey, uno de los saxofonistas que con el tiempo se convertiría en una de las obsesiones del gran Miles Davis para integrarlo en la formación que estaba organizando en 1963: Wayne Shorter.
Nacido en la ciudad de Newark, el 25 de agosto de 1933, Shorter había iniciado su trayecto como intérprete de clarinete a los 16 años, y antes de entrar en la Universidad de Nueva York, en 1952, se cambió al saxo tenor. Cuatro años después tocó con Horace Silver hasta que se alistó en el ejército.
Una vez fuera del servicio, se unió a la orquesta de Maynard Ferguson y en 1958 comenzó a improvisar en clubs de jazz con John Coltrane y Sonny Rollins. Al año siguiente se unió a los Jazz Messengers de Art Blakey.
Fue en 1964 cuando el músico -nacido en Nueva Jersey, Estados Unidos- pudo incorporarse al que sería uno de los dos más importantes quintetos liderados por Davis en el que ya estaban establecidos: Herbie Hancock en piano, Ron Carter en contrabajo y Tony Willians en batería.
En su libro “Autobiografía” -pag. 277-, Miles Davis dice: “En aquella banda yo era la inspiración, la sapiencia, el nexo de unión entre todos. Tony era el fuego, la chispa creativa; Wayne era el hombre de las ideas, el conceptualizador de una gran cantidad de nociones musicales que llevamos a la práctica, y Ron y Herbie eran el soporte”.
Fue en esta formación donde se consolidó como compositor, pues en ese campo, Shorter, supo producir el mayor número de composiciones modales perdurables como ningún otro músico, piezas que en su complicada sencillez han sido un verdaderos desafíos para los músicos hasta nuestros días: E.S.P., Pinocchio, Nefertiti, Sanctuary, Fall y los clásicos Prince of Darkness y el tantas veces versionado Footprints, composición en la que refleja su nostálgico lirismo.
Como saxofonista tenor -entre los referentes post Coltrane-, es el ejecutante más imponente: desde el hard bop que interpretó en el grupo de Art Blakey, los Jazz Messenger donde se dio a conocer, pasando por el jazz modal en el segundo quinteto de Miles Davis, hasta llegar a los sonidos electrónicos de Weather Report.
“Su tono grave y áspero, encubierto y sin embargo pleno -dice Joachim Berendt-, transmite un distanciamiento en la perfección. A la vez, la característica de Shorter es una construcción melódica dirigida en contra de modelos armónicos convencionales y que, no obstante, conserva la base de la ejecución tonal”.
Siguiendo la herencia de John Coltrane, comenzó a tocar cada vez más el saxo soprano convirtiéndose en la máxima expresión en este instrumento, razón por la cual resultó ganador en innumerables oportunidades como “Saxo Soprano del Año” según la revista DownBeat y otros magazines reconocidos internacionalmente.
Haciendo historia, podemos decir que en el disco de Miles Davis “In A Silent Way” de 1969, Shorter tocó por primera vez el soprano sin alcanzar ninguna repercusión, pero un año después tras la grabación del álbum fundacional del jazz rock, “Bitches Brew”, el mundo del jazz tomó conciencia de este sonido, pues no se puede concebir dicho trabajo sin la voz soprano de Shorter.
“La impresión que le causó a Miles Davis -dice Joachim Berendt-, fue tal, que en lo sucesivo no aceptó saxofonistas que no tocaran el saxo soprano”.
En una conversación que mantuvimos durante el almuerzo con Joe Zawinul, en el restaurante “La Posada de Fanny” el 1º de Mayo de 1998, previo a su presentación en el Teatro Municipal “3 de Febrero” de la ciudad de Paraná; Zawinul nos decía: “que -para él- después de Sonny Rolins, Shorter era en ese momento, el saxofonista tenor más importante y sin discusión en el saxo soprano”.
VANGUARDISTA
A fines de 1970, Shorter, fundó en condición de colíder junto a Joe Zawinul el grupo Weather Report, formación que en su origen contó con el contrabajista y bajista eléctrico Miroslav Vitous, el percusionista Airto Moreira y el baterista Alphonse Mouzzon.
La sección rítmica del grupo cambió continuamente debido a la disconformidad tanto de Zawinul como de Shorter, así pasaron: el bajista Victor Bailey, el baterista Omar Hakin, los percusionistas Mino Cinelu, Alex Acuña y Dom Um Romao, hasta que sobre fines de esa década, dicha base rítmica se consolidó con la llegada del bajista Jaco Pastorius y el baterista Peter Erskine, seguramente la sección rítmica más creativa en la historia del jazz rock, jazz fusión. Indudablemente esta banda legendaria fue la más potente, la más importante dentro de este género musical.
En el nuevo milenio, alejado de los standards, con una propuesta artística nada convencional lideró su Wayne Shorter Quartet con Danilo Pérez (piano), John Patittucci (contrabajo), Brian Balade (batería) y el propio Shorter en saxo tenor y soprano.
Este cuarteto subía a los escenarios prácticamente sin previo ensayo. En un medio gráfico de Argentina, Shorter lo explicó de esta manera: “Es lógico, no podría suceder de otro modo. Como no ensayamos, todo lo que ocurre es nuevo incluso para nosotros. Se disfruta más de esta manera, sin que hayamos pasado horas hasta alcanzar lo que otros llamarían perfecto. La música que surge en el escenario está más acorde a los tiempos que corren: nadie sabe qué va a suceder el próximo minuto. Tenemos que encontrar nuevas maneras de enfrentarnos a lo desconocido, a que suceda lo inesperado, algo de lo que no se tiene experiencia previa. Hay que enfrentar con coraje y nobleza la experiencia de la eternidad, todo es frágil, todo es temporario, en la aventura de estar vivo”.
MISTERIO VITAL
En otro momento de la entrevista afirmó: “El jazz es una suma de esfuerzos para estar en el momento, y cuando se logra estar en el momento siempre aparece algo que no sonó antes. Para hacer jazz, hay que romper las reglas, hay que tener la vocación para mantenerse cerca de otra clase de músicas. Es mantener la música con vida. No repetirse jamás, no hacer lo mismo mil veces porque eso nos deje millones de dólares. El jazz es algo que viene a nosotros y que nunca le llegó a nadie antes. Eso mismo hace que lo queramos compartir con los demás. No es que lo sepamos todo de antemano, lo vamos descubriendo, vamos develando el misterio de ser humanos sin llegar nunca a resolverlo del todo. La vida es algo que debe ser permanentemente honrado. La música por la música en sí, sin segundas intenciones, sin atarse al mercado, es una forma de que la vida tenga real valor. Para quienes tocan y para quienes escuchan”.
«Hacer música –sostuvo también- es una de las cosas que yo puedo hacer por la humanidad. No sólo hago música para ganar dinero o entretener, también hago música para inspirar nobleza, coraje y grandeza en la condición humana».
Con Wayne Shorter se fue uno de los últimos grandes mitos del jazz; había nacido en Newark en 1933 y murió este 2 de Marzo pasado en la ciudad de Los Angeles.
Los comentarios están cerrados.